El miedo saca lo peor que tienen adentro algunas personas
- Con información de El Pais de España
- 14 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Cartel pegado en la puerta del apartamento de un médico.
El día que Clara Serrano comunicó a sus compañeros de piso que estaba contagiada de coronavirus, su casero le dijo que tenía que irse. “Me dijo que era una egoísta porque trabajando donde lo hacía, sabía que me iba a contagiar”, explica esta enfermera conquense.
Desde hace más de un mes, ejerce su profesión en una unidad madrileña de Covid-19, y según ella, “siempre guardaba la distancia de seguridad” con los otros tres inquilinos. “Decidí salir a la cocina exclusivamente para cocinar y poner la lavadora y comía en mi cuarto”, añade. El 19 de marzo, empezaron los síntomas y, con ellos, los cuidados más minuciosos: “Empecé a usar un baño yo sola y a turnarnos para utilizar la cocina, desinfectándola antes y después”. Sin embargo, cuando cuatro días más tarde le confirman el positivo, la respuesta fue tajante: “Te vas a tener que ir”.
Horas después desalojó la casa. “Tuvo que venir la patrulla de policías a explicarles que no me podían echar”, cuenta, “pero él insistía en que me fuera”. Gracias al apoyo del sindicato de enfermería Satse, se mudó al hotel Colón —ahora medicalizado—, en el que reside desde entonces. “Lo sentí como un ataque al colectivo”, narra.
“Por lo visto, había otro chico al que le habían hecho lo mismo y estaba en el coche, con fiebre, sin tener una cama en la que dormir. Luego vinieron muchos más”, añade esta joven de 31 años. Estos actos han sido condenados por María Pilar Allué, comisaria principal y jefa de personal de la Policía Nacional. “Son delitos de odio. Son denunciables, reprobables y perseguibles”, incidía este martes en la comparecencia del comité técnico.
A Jesús le dejaron una nota en la puerta: “Hola vecino. Sabemos de tu buena labor en el hospital y se agradece, pero debes pensar también en tus vecinos. Aquí hay niños y ancianos. Hay lugares como el Barataria donde están alojando profesionales. Mientras esto dure, te pido que lo pienses”.
Llegaba a casa tras 12 horas de trabajar como residente de médico de familia en el Hospital General La Mancha Centro (Ciudad Real) y no se esperaba ese mensaje. “Llegas de deslomarte en tu trabajo y claro que ver eso en mi puerta me puso triste. ¿Para qué nos vamos a engañar?”, explica este tinerfeño.
Mandó a modo de anécdota una foto del cartel, que su madre publicó en Facebook. Horas después se inclinó la balanza: “Aún tengo mensajes de apoyo sin responder. Me han invitado a cenas, han puesto un cartel de ‘Aquí vive un héroe’ en el portal…", explica el joven de 28 años. La alcaldesa, que también se hizo eco, se acercó al centro médico el domingo para entregarle una carta de agradecimiento. “Quiero quedarme con eso. Y pensar que la persona que lo escribió lo hizo presa del miedo que tenemos todos”, añade.
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