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Columna pagana

  • Colombina
  • 18 ene 2020
  • 3 Min. de lectura

Contradicciones “naturales

El carnaval como una demostración de la realidad, un raconto de los sucesos, una expresión de la sociedad, presenta sus contradicciones. Lejos de la antagónica está en ella, lejos de ser una de las principales, existe. Porque es una expresión de clases y si bien no necesariamente su resolución debe ser violenta…. Se violenta el tema.

En este caso nos referimos a los procesos de cambio del carnaval, desde fiesta pagana, popular, de esquinas y bombitas de colores, a grandes espectáculos con aplicación de tecnología. El primero casi en extinción. El segundo en su punto alto de desarrollo.

Todos los vertiginosos cambios que estamos viviendo repercuten en que ya no es “lindo” un canto a capela en una esquina… falta la “polenta de los volúmenes los trajes las luces”. Tal como los dibujitos de Disney y las películas de Rambo.

Por otra parte la tecnología te permite desarrollar la creatividad a campos nunca pensados.

Podríamos decir que la evolución de la ciencia, la sociedad, los cambios de la política, la vida, la naturaleza influyen y “trastocan” al carnaval, cuestionando incluso los contenidos semánticos de las palabras. ¿Qué es popular? A veces se usa a la ligera reclamando un tema de precios para ver el espectáculo. O se cuestiona sórdidamente si los gestores de este arte carnavalero son del pueblo. O si los espectáculos creados son dirigidos al pueblo.

La actual “contradicción principal” del carnaval entre espectáculos definidos y reglamentados por instituciones (DAECPU e IM), o el libre albedrío semi libertario del proyecto Más Carnaval (liderado por artistas “independientes” y el SUC AU sindicato de carnavaleros).

“Más carnaval” busca más espacios que se gestionen en forma libre, no se refieren tanto a la creación artística, pero sí sacarse de encima los “regentes” del carnaval. SUCAU se planteaba ser la tercera pata del carnaval, influyendo en el mismo junto con la IM y DAECPU. Si hablamos de contradicciones….

Lo cierto sería dar una seria discusión sobre si es necesario contraponer esos “dos tipos” de carnaval, o pueden coexistir e ir evolucionando hasta dirimir naturalmente una contradicción para nada antagónica, y ni siquiera principal.

Por otra parte es toda una discusión montevideana. Muchas ciudades del interior recibirían de manos abiertas más carnaval desde Montevideo para sus concursos regionales, para su gente en las plazas y lugares de esparcimiento.

Este grupo de independientes, tiene algunos antecedentes tales como gente que gestiona tablados en barrios llevando conjuntos de la zona o amigos; conjuntos que quedaron fuera de la prueba de admisión y no tienen tablados, conjuntos que no pueden salir por un tema de pertenencia de título; conjuntos que se cansaron de concursar y cumplir reglamentos; conjuntos de murga joven; conjuntos que no consiguen auspiciantes en el nivel necesario para una competencia que, en ese sentido, es cada día más despareja.

Los tablados, cánticos de esquina, bailes de disfraces cayeron en desuso. Por un lado, la situación social, la situación económica, la inseguridad, y también nuevas reglamentaciones. Por ejemplo la concerniente a ruidos molestos de la IM, donde un individuo puede molestarle algo que nada tiene que ver con un ruido, denunciar y cerrar un emprendimiento.

El antes, aquella época de la silla en la vereda, el bullicio, el canto y perseguir al camión, no estarían siendo posibles en este mundo. A no ser que logremos “agiornarla” claro.

Colombina piensa si de verdad hay que contradecir y violentar o convivir y reinventar.


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