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Protestas contra el Nobel de Literatura a Peter Handke

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 12 oct 2019
  • 3 Min. de lectura

Las únicas voces de defensa para Handke vinieron de Serbia

Piden a la Academia Sueca que retire el premio.

“El hombre que defendía a los carniceros balcánicos no puede obtener ese premio”, dijo la presidenta de la Asociación Madres de Srebrenica. Fue solo una de las voces elevadas el día después del anuncio, incluyendo algunas de apoyo.

Las únicas voces de defensa para Handke vinieron de Serbia.

La sangre derramada duele. Hay crímenes y daños que son irreparables y todo intento de clausura está destinado al fracaso. La conflictiva y nunca acabada mirada sobre el pasado reciente –la Guerra de los Balcanes- vuelve a escena por el premio Nobel de Literatura 2019 al escritor austríaco Peter Handke.

La principal asociación de víctimas del genocidio en la ciudad bosnia de Srebrenica anunció que pedirá la retirada del Nobel de Literatura a Handke por “defender a responsables de crímenes de guerra”.

Munira Subasic, presidenta de la Asociación Madres de Srebrenica, declaró al portal bosnio Klix que la petición será cursada al Comité del Nobel. “El hombre que defendía a los carniceros balcánicos no puede obtener ese premio”, dijo Subasic. “Estamos muy afectados como víctimas. ¿Cómo puede obtener el premio Nobel alguien que defiende a los criminales y, sobre todo, a quienes cometieron genocidio?”, agregó la presidenta de la Asociación Madres de Srebrenica.

En la plataforma de peticiones Change.org se han juntado más de 12.000 firmas para exigir la retirada del Nobel al escritor austríaco por ser admirador de Slobodan Milosevic (1941-2006), “el carnicero de los Balcanes”, apelativo que compartía con Ratko Mladic y Radovan Karadzic.

El pasado es objeto de disputas; los diversos protagonistas se manifiestan y silencian, subrayan o escamotean los elementos de la construcción de su propio relato. En Srebrenica milicias serbobosnias asesinaron en 1995 a 8.000 hombres musulmanes durante la guerra en Bosnia, un acto que la Justicia Internacional calificó de genocidio.

El posicionamiento de Handke, en sintonía con Serbia, reabrió viejas heridas en los Balcanes occidentales, un territorio todavía traumatizado por las consecuencias de las guerras de desintegración de la antigua Yugoslavia; un ámbito donde hay una lucha por las memorias en pugna. La figura del autor de Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Sava, Morava y Drina, o justicia para Serbia, libro publicado en 1996, está en el corazón de esa contienda. Para unos el escritor austríaco es un apologista de los crímenes cometidos en nombre el nacionalismo serbio, mientras que para otros es un intelectual que se atrevió a luchar contra la demonización de los serbios como causantes de todos los males de las guerras en la antigua Yugoslavia.

Su posición disidente –a contramano de la manipulación para presentar a los serbios como los “monstruos”- se radicaliza y ahí es donde aparece el nudo más difícil de desatar de la polémica. Milosevic era considerado el artífice de las limpiezas étnicas en Kosovo y Bosnia. Handke no solo visitó a Milosevic en la cárcel de La Haya en 2004, cuando era juzgado como criminal de guerra, sino que asistió a su entierro el 18 de marzo de 2006 en el jardín de la casa familiar de Pozarevac, la ciudad natal del expresidente serbio. “Vengo aquí en defensa de la dignidad humana”, confesó Handke y cavó su propia tumba al lado de Milosevic. Su presencia en el funeral desató un escándalo y tuvo que renunciar al premio literario Heinrich Heine, concedido por la ciudad de Düsseldorf.

Varios intelectuales y artistas que apoyaron a Handke como Elfriede Jelinek, Patrick Modiano, Wim Wenders y Emir Kusturica denunciaron que el escritor austríaco estaba sufriendo “una campaña de difamación por pensar a contracorriente”. En una entrevista posterior con The New York Times explicó su presencia en el entierro: “Creo que fue una figura trágica. No un héroe, pero sí un ser humano trágico. Pero soy un escritor y no un juez. Amo a Yugoslavia –no tanto a Serbia, pero sí a Yugoslavia- y quise acompañar la caída de mi país favorito en Europa y esa fue una de las razones para asistir al funeral”. En 2016, a diez años de la muerte de Milosevic, el Tribunal de la Haya lo exoneró de la responsabilidad en los crímenes de guerra entre 1992-1995 en Bosnia.

En Serbia, el premio Nobel de Literatura a Handke fue recibido con alegría. El ministro de Cultura, Vladan Vukosavljevic, destacó que el escritor estuvo con “el pueblo serbio” en sus momentos más difíciles. El cineasta Emir Kusturica celebró el premio y planteó que la “lucha política (de Handke) ha sido la continuación de su literatura”. Una reflexión de la bielorrusa Svetlana Alexievich, premio Nobel de Literatura en 2015, ilumina el problema: “Los recuerdos no son un relato apasionado impasible de la realidad desaparecida; son el renacimiento del pasado, cuando el tiempo vuelve a suceder”.


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