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De los hechos del siglo 19 a la actualidad en Uruguay

  • hva
  • 1 may 2019
  • 3 Min. de lectura

La expresión clasista en Uruguay.

Señor Director de La Nación:

Ni el miedo a las justicias sociales, ni la simpatía ciega por los que las intentan, deben guiar a los pueblos en sus crisis, ni al que las narra. Solo sirve dignamente a la libertad el que, a riesgo de ser tomado por su enemigo, la preserva sin temblar de los que lo comprometen con sus errores. No merece el dictado de defensor de la libertad quien excusa sus vicios y crímenes por el temor mujeril de parecer tibio en su defensa. Ni merece perdón lo que incapaces de domar el odio y la antipatía que el crimen inspira, juzgan los delitos sociales sin conocer y pesar las causas históricas de que nacieron, ni los impulsos de generosidad que los producen.

Así comienza la crónica que escribió José Martí para el diario argentino La Nación con fecha 1 de enero de 1888. El cubano universal narró lo ocurrido en Chicago en torno a los reclamos obreros y lo que las leyes estadounidenses definieron; la horca y prisión para un grupo de trabajadores.

Hoy en nuestro país, un creciente desempleo, una informalidad sin techo , la consiguiente precariedad de las condiciones de trabajo y la inestabilidad económica y social de miles de familias de trabajadores , aparecen como consecuencia de una gestión gubernamental que prioriza la aplicación de un modelo en favor del capital.

El movimiento sindical oficialista , este año particularmente, no disimula su operativa en respaldo al gobierno. Algo expresado públicamente por los principales dirigentes.

Crece y se consolida la Confederación Sindical y Gremial del Uruguay un nuevo agrupamiento de organizaciones sindicales y trabajadores , que desvinculados del oficialismo, reivindica el clasismo y retoman las banderas históricas del movimiento sindical.

Pérdida salarial, desocupación, represión a quienes reclaman sus derechos, represión aplicada por el empleador y muchas veces por los “representantes “ sindicales .

Hoy , mujeres y hombres se sigue enfermando , con graves consecuencias en el organismo . Por trabajar. Como ocurre por ejemplo quién sabe desde cuando, en el Arrozal Treinta y Tres donde se continúan empleando potentes agrotóxicos.

La historia de los hechos del siglo 19 se junta con la actualidad.

José Martí , en otro pasaje de “La guerra social en Chicago” señaló:

¿Quién que anda con ideas no sabe que la armonía de todas ellas, en que el amor preside a la pasión se revela apenas a las mentes sumas que ven hervir el mundo sentados, con la mano sobre el sol, en la cumbre del tiempo?. ¿Quién trata con hombres no sabe que , siendo en ellos más la carne que la luz, apenas conocen lo que palpan, apenas vislumbran la superficie, apenas ven más que lo que se les lastima o lo que desean; apenas conciben más que el viento que les da en el rostro, o el recurso aparente, y no siempre real, que puede levantar obstáculo al que cierra el paso a su odio , soberbia o apetito?.

¿Quién que sufre de los malos humanos, por muy enfrenada que tenga su razón, no siente que se le inflama y extravía cuando ve de cerca, como si le abofeteasen, como si le cubriesen de lodo, como si le manchasen de sangre las manos, una de esas miserias sociales que bien pueden mantener en estado constante de locura a lo que ven podrirse en ellas a sus hijos y a sus mujeres?.

Una vez reconocido el mal, el ánimo generoso sale a buscarse remedio; una vez agotado el recurso pacífico, al ánimo generoso, donde labra el dolor ajeno como el gusano en la llaga viva, acude al remedio violento….

El obrero, que es hombre y aspira, resiste, con la sabiduría de la naturaleza, la idea de un mundo donde queda aniquilado el hombre; pero cuando , fusilado en granel por pedir una hora libre, para ver a la luz del sol a sus hijos, se levanta del charco mortal apartándose de la frente, como dos cortinas rojas, las crenchas de sangre, puede el sueño de muerte de un trágico grupos de locos de piedad , desplegando las alas humeantes, revolando sobre las turba siniestra, con el cadáver clamoroso en las manos, difundiendo sobre los torvos corazones la claridad de la aurora infernal, envolver como turbia humareda las almas desesperadas.


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