Columna: Somos ásperos porque somos virtuosos
- La Juventud Diario
- 10 abr 2019
- 3 Min. de lectura
Escribe: Prof. Andrés Freire
Parece que la política se ha de reducir a un circo de caras simpáticas, propuestas que le caigan bien a todo el mundo, y una colección de like en las redes sociales, fotos coloridas, consignas simpáticas, nada de no en casi ningún lado, y todos juntos a intercambiar flores desnudas arrancadas de algún cesto. Más o menos como utilizar el Tinder, ves la foto y para acá sí y para acá no; después las clásicas preguntas cuya respuesta en definitiva no importa, dos cafés un poco de sexo y que pase el siguiente, porque arder es mejor que durar, y siga el baile. Y ahí vienen nuestros compañeros candidatos que son unos plomos, y vengo yo que soy el más plomo de todos a hablar de oligarquía, pueblo, imperialismo, nacionalización de la banca, el comercio exterior y la industria frigorífica, a buscarle -la quinta no- la sexta pata al gato, y decir que dejen de mentirse a sí mismo y vislumbren el desierto de lo real, ir contra corriente e impugnar el consenso macroeconómico neoliberal. Esa densidad que tenemos, esa aspereza que algunos ven como un defecto, es nuestra principal virtud; y si bien quizás no dé rédito a corto plazo, sí lo dará a mediano y largo plazo, porque nuestro camino es otro. Visitemos una vez más a nuestro amigo y filósofo surcoreano, que quizás si leyera estas líneas -algo absolutamente improbable- se sentiría sorprendido de para qué y por qué recurrimos a ella: “La sexualización del cuerpo no sigue unívocamente a la lógica de la emancipación, pues acompaña a una comercialización del cuerpo. La industria de la belleza explota el cuerpo sexualizándolo y haciéndolo consumible. El consumo y el atractivo sexual se implican el uno al otro. Una identidad personal basada en resultar sexualmente deseable es un producto del capitalismo de consumo, La cultura de consumo somete cada vez más la belleza al esquema de estímulo y excitación. El ideal de lo bello se sustrae al consumo. Así es como se elimina cualquier plusvalía de lo bello. Lo bello se vuelve liso y pulido y se somete al consumo. El atractivo sexual, o sexyness, se contrapone a la belleza moral o a la belleza de carácter. La moral, la virtud o el carácter tienen una temporalidad peculiar. Se basan en la duración, en la firmeza y en la constancia. Originariamente, el carácter significaba el signo marcado a fuego, la quemadura indeleble. Su rasgo principal es la inalterabilidad. ... La firmeza y la constancia no resultan propicias para el consumo. El consumo y la duración se excluyen mutuamente. Son la inconstancia y la evanescencia de la moda las que lo aceleraron. Así es como la cultura de consumo va eliminando la duración. El carácter y el consumo son opuestos. El consumidor ideal es un hombre sin carácter. Esta falta de carácter es lo que hace posible un consumo indiscriminado”. “La salvación de lo bello”. Byung-Chul Han. Veamos entonces: En la fase actual de la dictadura del capital todo se disuelve y se vuelve virtual, “lo bello” es lo que es atractivo, lo que gusta y rinde es lo que se puede consumir, disfrutar rápidamente, es -como ya he escrito- la política del Tinder, ¿deberemos nosotros para sacar una buena votación -es decir likes- volvernos atractivos, modernos, vacíos e insustanciables? Sí, para eso sí; el problema es que esa es precisamente la garantía de que no vamos a cambiar absolutamente nada. Pensemos un poco en 1989, la campaña de la lista 1001, brillante desde todo punto de vista estético y de transmisión de mensaje, resultado electoral espectacular; y luego la disolución, y la nada, porque ya no quedaba nada, no había carácter, y todo lo que se perdió en ese instante es lo que venimos perdiendo hasta hoy. Ahora bien, si nosotros queremos ser realmente una alternativa -ya ni siquiera al capitalismo sino por lo menos al consenso macroeconómico neoliberal-, debemos a toda prueba preservar nuestra identidad, nuestro carácter y lucir toda la fuerza de nuestra firmeza y constancia; sabemos perfectamente que esa es la clave para conocer y transformar el escenario, y esto lo saben también ellos: por algo los infantes de marina de los EE.UU tienen como emblema semper fidelis. Mostremos nuestra virtud, que habrá quienes sepan reconocerla. Somos Izquierda. Somos Patria.
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