Opinión: Como “Vivir sin miedo” (segunda parte)
- La Juventud Diario
- 5 mar 2019
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Pedir ayuda a las FF.AA. para combatir el delito no es buena idea. La historia nos dice que esa institución ha participado en algunos de los episodios más tristes de nuestro país. Tras la fundación del Estado Uruguayo, su primera misión fue genocida, cuando desde la emboscada de “Salsipuedes” en adelante, actuó como brazo ejecutor de la persecución lanzada contra la nación Charrúa. Poco después participó de la infame operación internacional contra el pueblo paraguayo conocida como la guerra de la triple alianza. Sucesivamente usurpó el poder en varias ocasiones, la más reciente en la década de los setenta del siglo pasado, lo que ha dejado hasta el día de hoy una secuela espantosa de crímenes y abusos. Hoy día el Ejército está al borde del desacato con un comandante que coquetea con protagonismo político de derecha. ¿Es a esa institución que le vamos a pedir ayuda para combatir el delito? ¿Qué garantías tenemos de que darle más poder no terminará agravando el problema? Eso es lo que vemos en los países donde hay militares en función policial: no baja el delito y la ciudadanía teme ya no solo a los delincuentes, sino a los desbordes militares.
Otra razón para no votar la reforma constitucional que propone la campaña “Vivir sin miedo”: Ésta enfoca en el delito que cometen los pobres y no se ocupa del delito a gran escala. Los delincuentes pobres arrebatan una cartera, los delincuentes ricos vacían un Banco. ¿Cuál de los dos es más peligroso? ¿Cuál de los dos ocasiona más daño a la sociedad? La mala experiencia que tenemos en Uruguay con los banqueros delincuentes, cuyas fechorías hemos tenido que pagar todos para salvar instituciones fundidas, no deja dudas de que el delito a gran escala tiene un impacto mucho más grande que la rapiña y el hurto del que nos informa a diario la crónica policial. Sin embargo para los promotores de “Vivir sin miedo”, parece que el banquero estafador no asusta tanto como el ladrón que asalta un comercio o un domicilio particular. ¿Por qué centrar toda la atención en ese tipo de delito? ¿Quién se beneficia de que le tengamos más miedo a un ladrón de garrafas que a un banquero? “Robar un banco es un delito, pero es más delito crearlo”, decía Bertholt Brecht. Es oportuno profundizar un poco en el daño que el negocio bancario le hace a la sociedad. ¿Quién no conoce a alguien que no sabe cómo pagar una cifra astronómica de intereses que se le han acumulado al no poder cumplir con las cuotas de un pequeño préstamo que se vio obligado a tomar ante una emergencia económica? La usura es una práctica común en el negocio de las “financieras”. ¿No es criminal aprovecharse así de la necesidad de los trabajadores cuyos menguados salarios no le permiten llevar una vida decorosa? ¿Está bien culpar al pobre que tomó el préstamo y absolver al banquero que lo acogota? “El banquero es alguien que te presta su paraguas cuando hay sol y te lo retira cuando llueve”, decía Mark Twain. ¿No es ésta una forma de violencia económica que hay que combatir si queremos “vivir sin miedo”? En tal sentido los humanistas proponemos la eliminación de la intermediación financiera. No puede ser que se multiplique la riqueza mediante la inversión especulativa que multiplica las ganancias del capital que crece a costa del esfuerzo de los trabajadores. Proponemos la verdadera eliminación de la usura, que hoy está penada por Ley, pero que se practica abiertamente mediante astutas maniobras que la encubren.
Otro asunto: en nuestro país es mucho más probable que una persona muera en un suicidio que en un homicidio. El drama de la autoeliminación de tantos compatriotas debería ser uno de los temas prioritarios para nuestra sociedad. Sin embargo, el bombardeo informativo hace que la atención se concentre en el crecimiento de los homicidios al punto que parecería que todos estamos bajo peligro de ser la próxima víctima de una horda de asesinos que andan matando a todo el mundo. La campaña “vivir sin miedo” no atiende el principal problema de muerte violenta en nuestro país: el suicidio. A propósito de violencia: los humanistas promovemos la cultura de la no violencia y en ese contexto la inclusión de la educación en la no violencia activa en los programas educativos oficiales. Creemos que sería una herramienta formidable para pacificar la sociedad. Cerrando esta segunda nota sobre algunas razones para no votar la reforma propuesta en la campaña “Vivir sin miedo”, cabe mencionar varios motivos de “inseguridad”que deberían ocuparnos: la pérdida de garantías que trajo consigo el nuevo CPP, la ilegalidad del contrato con UPM para autorizar su segunda planta y los consiguientes daños ambientales, sociales y económicos. La calidad del agua y los alimentos que consumimos, el crecimiento expansivo de transgénicos, su respectiva carga de agrotóxicos y la extranjerización de la tierra que ese modelo fomenta. El crecimiento irresponsable de la deuda externa, la escasez de trabajo y la inestabilidad laboral, la pérdida de soberanía implicada en el sometimiento a tribunales internacionales para fallar respecto a asuntos domésticos. El deterioro de la calidad educativa, el crecimiento del consumo de drogas, la mercantilización de la salud y el deporte. ¿No son éstos algunos de los temas que hay que resolver para realmente “vivir sin miedo”? Un abordaje tan puntual y simplificador del complejo asunto de la seguridad pública, como el que plantea la campaña “Vivir sin miedo”, da miedo.
Aníbal Terán Castromán Treinta y Tres, marzo 4 de 2019 Vocería del Partido Humanista, integrante de Unidad Popular
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