Cosas diferentes deben ser abordadas en forma distinta
- JLV
- 30 nov 2017
- 4 Min. de lectura

por: Giannina Casalis, Dra. en Psiquiatría
Violencia de género, es una cosa. Y los Sociópatas son otra cosa: “Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa” dice la Dra Giannina Casalis, Psiquiatra.
“Lamentablemente, en pocos días asistimos a tres episodios terribles, que sacaron lo peor de la sociedad que todos componemos, y, cuatro, si agregamos el terrible crimen del pequeño Felipe Romero (tal vez porque es varón, se lo nombre poco, me hago cargo de que este comentario me gané el rechazo de mis congéneres feministas).
Como psiquiatra ( y lo hemos comentado con muchos colegas, a quienes respeto muchísimo), preocupa enormemente el manejo que se ha hecho de estos casos, llegando a tipificar los tres últimos asesinatos como exponentes de violencia de género.
Puede decirse que al último, el hombre que mata a su hijastra y ex pareja y se suicida, sí aplica la denominación anterior, pero no el caso de las dos niñas. En esas dos situaciones hay elementos que deberían preocuparnos y asustarnos, pero por la falta de herramientas legales con las que contamos para prevenirlos.
El depredador sexual no es solamente un hombre violento, no es tampoco un pedófilo común; es mucho más peligroso, y no estamos teniendo ni produciendo herramientas necesarias para lidiar con ellos.
El asesino de Brissa, especialmente, y también los de Valentina, se inscriben en los sujetos denominados sociópatas, portadores de Personalidad Antisocial, trastorno de Personalidad Antisocial (recuerden que se quiso eliminar la palabra Trastorno, por parte de los lobbies antipsiquiatría en la discusión de la Ley de Salud mental), o, en la denominación del Dr. Otto Kernberg, portadores de Narcicismo Maligno.
Son diferentes denominaciones que describen un patrón estable de funcionamiento que cristaliza en el comienzo de la edad adulta y se caracteriza por la total falta de empatía y la imposibilidad de percibir al otro como un ser semejante, sino como un objeto o cosa que puede ser usada para su placer y para ejercer control , sufrimiento y destrucción.
El sociópata no es un loco, distingue el bien del mal y la realidad de la fantasía. Sus trastornos empáticos se evidencian a veces desde la infancia, donde es frecuente que torturen pequeños animales, mascotas o abusen de niños menores que ellos.
Sobre una base biológica, se suma muchas veces al ambiente, aunque no siempre es así. El sociópata atraviesa todas las clases sociales. No es producto de una cultura patriarcal o machista, a diferencia de aquel que ejerce violencia sobre su pareja o sus hijos. Muchas veces está muy bien adaptado al entorno, es seductor y de bajo perfil. No es atravesado por la cultura porque él forja sus propias reglas y sus leyes y concibe a los demás como inferiores, no por su condición de género, sino porque la mayoría de nosotros somos rehenes de nuestros sentimientos y nuestra culpa, y, a sus ojos, somos débiles.
No se suicida tras un asesinato, porque no experimenta culpa. Si se suicida, lo hace como producto de un impulso, y, casi siempre, para dañar a alguien más (Felipe y su entrenador y asesino), un acto de quitarle a su madre lo más preciado, ya que ella le impidió seguir viéndolo.
Muchas veces es atrapado por su necesidad de ser descubierto y exhibir lo que considera su superioridad intelectual y su "obra".
Comienza fantaseando, luego acecha, acosa, seduce, caza. Muchas veces es detenido y procesado por delitos de atentado al pudor (el asesino de Brissa), incluso cumple la pena y sale en libertad.
Nunca se rehabilita. No considera que esté equivocado, ni que lo suyo sea cuestionable.
Del abuso y el acoso evolucionan al asesinato en muchas ocasiones (m´s de las que pensamos). Y tienden a reincidir, una y otra vez, en un aprendizaje macabro. Brissa pudo ser la primera, igual que la pequeña de Rivera...o no.
No es un pedófilo común. El pedófilo padece lo que se denomina Parafilia: el objeto del deseo sexual del individuo es algo (fetichismo, zoofilia, necrofilia), o alguien cuya edad es muy alejada de su rango etario (pedofilia, gerontofilia). Muchas veces sufren por su impulso incontrolable, y pueden experimentar culpa. No siempre llegan al asesinato de su objeto de deseo.
El asesino de Brissa pertenece a la categoría de aquellos que ven al Otro como un objeto a controlar hasta destruirlo. El pedófilo, en su retorcida percepción del afecto, cree "amar" a quien elije.
Me preocupa el oportunismo, la falta de información y formación, la mentalidad de turba, la ignorancia de quienes insisten en meter todo en la misma bolsa, desinformando y jugando en contra a las causas que se pretende defender, lucrando con el dolor ajeno .
Debe haber cambios profundos.
Con un Registro de agresores sexuales se podría haber prevenido la muerte de esa niña tan frágil. Nos duela o nos pese, es así. Se les obliga a registrarse, comparecer ante una Seccional todos los meses, se informa en el vecindario sobre su condición, y, según su peligrosidad, se usa tobillera electrónica.
No es viable con nuestras Leyes. Y se aplicaría sólo a aquellos que, luego de un exhaustivo estudio psiquiátrico y psicológico por peritos forenses, se determine que su peligrosidad es elevada.
Deberían cumplirse los 30 años de pena máxima, sin opción alguna a reducirla, o evaluar aumentarla en caso de asesinato.
Deberíamos aplicar la alerta AMBER, como se hace en muchísimos países desde el año 1996, luego del rapto y asesinato de la niña Amber Hagerman, en EEUU. De esa forma se reduce la libertad de movimientos del secuestrador.
Deberíamos guardar un respetuoso silencio por esas niñas y niños que perdimos, dejar los dedos lejos del Tweet y del Face durante muchos días y, si tenemos cargos de gobierno o somos parlamentarios, ponernos a estudiar, asesorarnos, dejar de tirar m... a diestra y siniestra y de llevar agua para el molino de cada uno.
Deberíamos aprender de estas desgracias terribles, y, de una buena vez, no especular más y modificar lo que haga falta. No podemos evitar que existan monstruos, pero podemos aprender a controlarlos mejor.
Dra. Giannina Casali
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