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Páginas: 30

  • Gonzalo Abella*
  • 30 oct 2017
  • 2 Min. de lectura

La Ley de Riego herirá de muerte a los pocos productores de alimentos, medianos y pequeños, que aún viven en el campo. Todos deberán pagar al nuevo Señor feudal dueño del agua. Los parques eólicos son privados y desde ahora el agua también. En el plano social, a esta Ley la han repudiado ya muchos productores, ha habido marchas multitudinarias de protesta, y llueven los informes unánimes en su contra de los técnicos y los científicos que no se venden.

Pero la UP-AP ha quedado casi sola enfrentando esta ley en el Parlamento. Lo mismo ha pasado con otras leyes nefastas; la digna soledad del voto UP es testimonio de la diferencia.

Pero no llegamos al parlamento sólo para marcar posiciones antagónicas con los partidos neoliberales del oficialismo y la falsa oposición. En temas como la Vivienda Popular, las denuncias a la cúpula de ASSE, los recortes del subsidio a la cerveza para salvar el Clínicas, hemos encontrado formas de coincidir con otros parlamentarios que, o bien ya pensaban igual en algún tema concreto, o bien debieron plegarse a la lógica avasallante de la propuesta de la UP. Para eso estamos en el Parlamento.

Pero sobre todo llegamos al Parlamento para ser tribuna de los intereses populares, altavoz de las demandas de los silenciados, y apoyo al pueblo ya organizado en lucha por sus reivindicaciones concretas. Porque para nosotros el Parlamento es un frente de trabajo más (un frente muy importante) para instalar en el corazón y la conciencia de los orientales la convicción de que hay otro camino posible, que hay un camino de rescate de Patria y patrimonio. Y que ese camino empieza por la lucha por reivindicaciones concretas y culmina en la forja de herramientas políticas para cambiar las políticas públicas, en la cancha grande de la disputa por el Poder

El lenguaje a veces nos encadena. A la Patria yo quisiera llamarla Matria, de madre. En inglés es femenino, motherland, en francés c’est la Patrie, en ruso también es femenino, es Ródina.

No importa, igual entendemos de qué se trata. Pero los que sentimos el aliento de una historia heroica, de un pasado lejano y reciente de héroes y heroínas, sabemos que los bajones anímicos del pueblo, reflejo de grandes decepciones, son coyunturales. Ahí están los resultados de las recientes elecciones en la FEUU, donde el oficialismo por primera vez perdió la mayoría, por más esfuerzos que hicieron el mal llamado PCU, el mal llamado MPP y sus socios menores.

Si nos sentamos en la autosatisfacción, este crecimiento de hoy puede estancarse. No subestimemos el aparato publicitario y las presiones afectivas y económicas del oficialismo, que posee recursos financieros infinitos. El año próximo, preelectoral, harán el máximo esfuerzo para maquillar cifras, aumentar promesas y generar (vendiendo el país a lo Menem, a lo Macri) puestos de trabajo que después de las elecciones se esfumarán rápidamente. Debí poner ejemplos argentinos porque ni en tiempos de dictadura hubo aquí una ley tan vende patria como la Ley de Riego.

Los muros de los barrios reflejan nuestro crecimiento. Los actos, desde Bella Unión a Rocha, también. Esas tareas aparentemente grises de finanzas, de volanteada, de pegatina nocturna, cuando se hacen en colectivo tienen la alegría de la siembra. El tiempo de la cosecha se acerca.

(*) Maestro, historiador, integrante del Coordinador Nacional de Unidad Popular

 
 
 

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