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Columna Trascaucasia: el otro escenario de Octubre (II)

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 26 may 2017
  • 2 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de la UP

En 1872 comenzó el auge petrolero en la Trascaucasia rusa. La sociedad agrícola en esta frontera montañosa y marítima entre Europa y Asia cambió para siempre. Artesanías y productos provenientes de Moscú desplazaron al artesanato local. Entre 1863 y 1897, la población de la región subió de 330 000 a 900 000. Lenin, en su destierro siberiano, prestó especial atención a estas cifras, En Trascaucasia el conflicto social era inevitable. Confluían allí la opresión colonial, nacional y de clase. El Imperio, que daba luz verde a los monopolios extranjeros, controlaba severamente a la población. Hablar en público una lengua nativa no rusa era sancionado con castigos humillantes. Surgían por todos lados círculos clandestinos de resistencia. Las ideas marxistas se introducían lentamente, y no eran de fácil acceso para los trabajadores que no hablaran lenguas europeas. Entre los movimientos de resistencia había algunos que no iban más allá de la defensa de una minoría nacional concreta, o en todo caso eran partidarios de una federación entre minorías discriminadas. Predominaba en ellas un fuerte sentimiento anti ruso. Otros movimientos ya denunciaban la explotación extranjera de los recursos propios. Buscaban también que el Imperio pasara del Absolutismo imperante a una monarquía parlamentaria con una Duma (parlamento) que realmente co gobernara. Por fin, en Georgia había surgido un tercer movimiento (Mesami Dasi) dirigido por un intelectual cuyo seudónimo era Jordania. Jordania conocía el marxismo y hablaba del papel de la clase obrera, pero llamaba a la unidad de todos detrás de un programa democrático burgués. En el seno de “Mesame Dasi”, confrontando con Jordania, aparecerán los primeros marxistas consecuentes, y se agruparán en torno a Sergó Ordzonikidze y Josif Djugahzhvili. Este último, conocido como Koba, luego adoptará el seudónimo “Stalin”. En 1890 se organizan los primeros sindicatos clandestinos en Trascaucasia. En 1898 estalla la primera huelga en los talleres ferroviarios de Tiflis, que obtiene las primeras conquistas laborales. En 1898 se celebra por primera vez el Primero de Mayo en las calles de Tiflis, y triunfa la huelga de los trabajadores del tranvía. Las empresas petroleras refuerzan su vigilancia sobre sus propios trabajadores, estableciendo para ellos un régimen aún más opresor. En el año 1900, disfrazado como proletario en busca de empleo, llega un contacto clandestino enviado por Lenin: Kurnatovski. Ya se evidenciaba el gran cisma que tendría el Partido Socialdemócrata de Rusia tres años después, y el grupo de Lenin (fundadores de “Iskra”, futuros “bocheviques”) tomaba sus previsiones. Kurnatovski retorna a San Petersburgo, pero meses después en Bakú, ante la mirada preocupada de gerentes y burócratas, se produce una manifestación de protesta de miles de obreros. El núcleo marxista consecuente, por sugerencia de Kurnatovski, ya estaba cavando el túnel subterráneo de su primera imprenta clandestina


 
 
 

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